El sesgo personal en la lectura de cartas

Habitualmente se piensa, hasta en el mismo entorno cartomántico, que cuando leemos las cartas leemos lo que éstas nos cuentan. No, no es tan así. Muchas veces he contado que el proceso adivinatorio se lleva a cabo a través de la “analogía”. Tenemos un objeto de indagación y un sistema adivinatorio que se expresa a través de un lenguaje simbólico. Nuestra labor consiste en responder preguntas sobre un objeto al que accedemos a través de un sistema adivinatorio.

Hasta aquí todo se entiende bien, salvo por el hecho de creer que leemos lo que las cartas nos dicen como si leyéramos la página de un libro. No es tan así, cosa que notamos claramente en sistemas adivinatorios abstractos. En un tarot Rider podemos leer una línea de cartas como viñetas de una historia, pero cuando la pregunta es algo más compleja de lo que las cartas muestran a simple vista, es cuando descubrimos que leemos un lenguaje simbólico a través de la analogía con el objeto de indagación.

Que los tarots escenificados no te engañen, porque en realidad, siempre buscas en lo que ves una analogía con aquello sobre lo que preguntas. Un aprendiz en sus primeras lecturas puede que no tome conciencia del proceso, pero a medida que se progresa en el camino de la adivinación, con mayor claridad nos percatamos de que SIEMPRE buscamos en las cartas una ANALOGÍA con aquello que preguntamos.

Supongan que alguien pregunta sobre un viaje y lanzamos un tarot, lo primero que trataremos de encontrar son cartas de movimiento, y dependiendo de si el viaje es de poca distancia o de mucha, buscaremos cartas de movimientos cortos o de movimientos mayores. Una vez que encontramos estas cartas, ya podemos detectar la analogía con lo preguntado. Supongan que emplean un Lenormand y se encuentran con el Barco, ya tienen el significador a partir del cual detectar la analogía, y luego del Barco está la Montaña. La analogía es clara, el viaje se encuentra bloqueado por un gran obstáculo.

Si no logramos aislar los significadores de la pregunta, nos será difícil encontrar la analogía, pero a veces igual podemos hacerlo, porque si preguntamos por dinero y aparecen cartas de picas o espadas, la falta de dinero nos permitirá juzgar que no se obtendrá lo buscado.

Hasta aquí, la mayoría de los cartománticos avanzados me siguen sin problemas, pero ahora es cuando doy el paso que complicará todo: para encontrar una analogía sobre un objeto de indagación es necesario conocerlo en su estructura, porque CONSTRUIREMOS una interpretación a partir del conocimiento que tengamos del objeto. Y aquí es donde entra en juego el sesgo personal del lector.

Siempre acudo, en estos casos, a las lecturas sobre temas de salud, quien no posea un conocimiento medianamente aceptable sobre anatomía y fisiología humana, no será capaz de encontrar una analogía en sus cartas con el problema de salud de una persona. Igual podrá ver algunas cosas, como si habrá mejoría o no, pero no mucho más.

Es que sólo podemos detectar analogías entre una representación simbólica y un proceso de la realidad, si conocemos el proceso.

La mayoría de los cartománticos reciben consultas similares, por lo que aprenden a encontrar analogías entre sus cartas y temas como los de pareja, trabajo, dinero, algo de salud, y no mucho más. Cuando se consultaba a las viejas echadoras de cartas, ellas leían sin preguntas, porque se habían entrenado en leer sobre ciertos temas, buscaban amores, hijos, dinero, etc. Así podían decirle a una chica: “un hombre alto, de pelo negro, con un buen pasar económico se te acercará en un par de meses”.

Pero el conocimiento de la realidad que tenga el lector, le llevará a crear historias con sentido para él, porque lo que buscamos en las cartas es poder crear una historia que tenga sentido para nosotros. Esto implica que hablaremos de las cosas que para nosotros son relevantes. Por esto, en una lectura no diremos hoy cosas como las de la frase anterior, porque no nos preocuparemos tanto de la apariencia de la persona, sino de su comportamiento. No diremos cómo son físicamente, porque no nos interesa ese aspecto, sino que trataremos de contar cómo son como personas, si son buenas o malas, si son amables o autoritarias, etc., iremos más por el lado de su psicología antes que por su apariencia física.

Otro ejemplo al que acudo con frecuencia es al de los supuestos “trabajos” que tantos lectores encuentran en sus consultantes. Sabemos que tras estas lecturas se encuentra la intención de vender una protección contra éstos. Pero la cosa es que para algunos estos trabajos son reales. Yo nunca le diría a un consultante que le han hecho un trabajo, porque ni siquiera pienso en ello, así como nunca le diría que los ruidos que escucha por la noche en sus casas se deben a unos fantasmas que están atrapados ahí. Es cierto que a veces alguien me pregunta directamente si le han hecho un trabajo, y en ese caso sí leo las cartas con esta pregunta en mi mente, y responderé lo que las cartas parecen decir.

Hasta aquí puede sintetizarse lo que he escrito en la frase: “leemos con el lente de nuestro conocimiento de la realidad y con nuestras creencias”. Es cierto, pero quería llegar aún más lejos. Tenemos muchos tarots, oráculos, y sistemas de adivinación varios. Algunos, como el Lenormand, poseen una simbología muy mundana, pero otros emplean simbologías herméticas supercomplejas. La idea con estos mazos es la de permitirle al lector acceder a distintos planos de la realidad. Pero en realidad, conducen al lector a expresarse con un contenido conceptual-simbólico alejado de la realidad constatable del consultante. (Aunque debo aceptar que el lenguaje místico ocultista parece fascinar a muchos clientes consumidores de lo esotérico, por lo que el espectáculo puede gustarles mucho y no les molestará pagar porque le hablen de Cábala o cosas equivalentes.)

¿Qué es real? Real es aquello que puede ser constatado de alguna manera. Y cuando se crea una “explicación” del por qué le ocurre algo a alguien, lo mejor es acudir a una explicación causa-efecto comprobable. Claro, puedo decirle a alguien que sus problemas son de origen kármico, y ya tiene una explicación. Para mí resultaría más fácil acudir a explicaciones a partir de causas incomprobables, porque así nadie podría demostrar que me equivoco. ¿Pero qué ocurre si al realizar una lectura evito caer en explicaciones metafísicas? Soy obligado a buscar las causas de los problemas en elementos reales y constatables de la vida de mis consultantes.

Poco le servirá a alguien que le diga que no le darán el aumento de sueldo por un problema kármico en lugar de construir una explicación más realista: no te dan el aumento de sueldo porque en los últimos meses has faltado al trabajo por problemas de salud un número de veces que excede la tolerancia de la empresa.

Y estas son las cosas que deben guiarlos al momento de elegir a un lector de cartas: ¿explican las cosas a partir de una causalidad-efecto constatable que permite hacer algo para resolver los problemas? o ¿explican las cosas a partir de una metafísica-mágica incomprobable? Para estos últimos la causa de tus problemas se encontrará en tu karma, en trabajos mágicos, maldiciones, malas energías, posesiones, etc. Y la solución que siempre te brindarán (pagando un alto precio monetario), será de índole mágica. Equilibrar tus energías, alinear tus chakras, talismanes, neutralización de hechizos, limpias, etc.

Lo curioso es que mucha de la gente que acude a mí por una lectura, busca estas cosas. Por ejemplo, como ocurrió con la chica que perdió su trabajo por pasarse meses de licencia médica jugando con su móvil, mientras en la empresa estaban despidiendo gente para disminuir costos. Me consultó pidiendo alguna cosa para que no la despidieran. Le respondí que la solución era fácil: dejarse de tonteras y presentarse a trabajar antes que la despidieran. Pero no, quería una solución mágica que no podía darle y nadie se la podía dar. Es más, hasta pensó que le habían hecho algún trabajo. No, nadie le hizo nada, ella es una haragana que no quiere trabajar y punto. O corrige eso o la vida se le pondrá difícil.

Lo peor de todo es que la gente quiere escaparle a la responsabilidad echándole la culpa al karma, trabajos, malas energías, chakras desalineados, etc., y buscan salidas mágicas para no hacer nada por corregir lo que está mal en sus vidas. Y, sabiendo esto, muchos vendedores de soluciones mágicas ofrecen lo que sus clientes piden. Lo peor de todo es que existe una especie de complicidad entre ellos, porque el que pide soluciones mágicas, en el fondo sabe que quien se las está vendiendo le está engañando. Bueno, no todos lo saben, algunos en verdad creen en esas soluciones.

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