¿Cuál es la diferencia entre la sabiduría del Papa y la del Ermitaño?

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El Papa encarna el saber de la tradición. No por ello tiene menos valor su saber, porque en todo grupo humano existe una experiencia colectiva que va acumulándose encarnando en un espíritu colectivo que se expresa a través de los miembros del grupo. No siempre somos conscientes de cómo el espíritu colectivo del que formamos parte se expresa a través nuestro. Pero si formamos parte de una sociedad, sus valores deben ser mantenidos y traspasados de generación en generación. Esto no quiere decir que deban ser aceptados sin cuestionarlos, porque lo hacemos y los valores cambian a lo largo del tiempo. Papa y Papisa representan los padres sociales de las personas colectivas. Un niño nace en un núcleo familiar, sus padres se encargaran de transmitirles los valores familiares, pero el proceso de socialización demanda que, llegado a cierta edad, sea necesario que entren en escena los padres sociales encargados de transmitir los valores de la sociedad y el conocimiento o experiencia del grupo. Maestras-Papisas introducirán a los niños en los primeros niveles de la enseñanza, Profesores-Papas a los universitarios. Me adelanto a las críticas que puedan surgir con respecto al sexo de los Maestros-Profesores, porque en la enseñanza primaria podemos encontrar maestros y en la enseñanza universitaria Catedráticas. La distinción Papisa-Papa sólo indica que las primeras etapas de la educación son más maternales y las últimas más paternales. Muchas veces en preguntas sobre embarazos se toma a la Papisa como un sí, cuando ella, como madre social-celestial encarna los valores espirituales antes que los maternales reales. Simbólicamente la Emperatriz representa la maternidad real, mientras que la Papisa representa la madre espiritual, quien se encarga de transmitir los valores de la sociedad en sus etapas tempranas. Lo mismo ocurre con el Papa, representa al Papa transmisor de los valores sociales-espirituales antes que a un padre real, que estaría representado por el Emperador.

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El Papado como institución demanda la sublimación de las pulsiones maternales-paternales hacia los roles institucionales análogos. Nuevamente, este desplazamiento no implica necesariamente que los Papas o equivalentes institucionales no lleven a cabo roles sociales acordes a lo que son como personas.

Volviendo a la idea que dio origen a este texto, el Ermitaño debe encontrarse a posteriori del Papa y ser mayor que él. El Papa es el encargado de transmitir un saber fruto de la tradición, pero en algún momento quien posea una verdadera vocación de conocimiento, debe hacer suyo ese saber a través de la propia experiencia. El Ermitaño es quien llegado a cierta etapa de su vida decide buscar la verdad, y discriminar con la luz de su linterna-discernimiento entre el saber real y el que no lo es. El Papa puede cuestionar su saber por momentos, dudar, pero se encuentra obligado a transmitirlo tal como se le ha encargado en su Orden. Un profesor universitario tiene un plan de estudio que le han proporcionado, puede influir en su contenido, pero sólo hasta cierto punto. (Una pequeña y muy importante acotación, dado que se ha puesto de moda representar el arquetipo del Ermitaño como un joven, como si aquello que lo caracterizara fuera sólo el de mantenerse aislado de la gente y con un aire acuariano transgresor. Algo así como el rarito que no encaja en el grupo. No, el Ermitaño debe tener edad, diría que debe ser algo viejo, porque para cuestionar los valores de la tradición se necesita primero haberlos asumido. Antiguamente el Ermitaño era un Monje que se retiraba a meditar en una cueva para encontrar en su propia experiencia lo transmitido por la tradición. Quería vivir en carne propia la experiencia de la divinidad, que por aquellas épocas representaba la verdad para la mayoría. Se necesita edad para tener experiencia sobre la que indagar. Otro motivo por el cual el Ermitaño debe ser viejo es porque aquello que lo llevó a cuestionar el saber institucional fue el contacto con la muerte, de poco sirve el saber si no puede salvarte de ésta. Al comenzar a envejecer tomamos conciencia del paso del tiempo y de nuestra mortalidad y ahí, con la crisis de la mediana edad es cuando comenzamos a cuestionarlo todo buscando los fundamentos de nuestra existencia. Curiosamente, la mayoría de los filósofos han tenido una experiencia con la muerte al perder a uno de sus padres a edad muy temprana.)

Para cuestionar el saber transmitido se hace necesario salir del grupo que lo sostiene, porque dentro de éste el cuestionamiento se encuentra limitado. Un psicoanalista puede cuestionar algunos puntos del dogma freudiano y, hasta innovar, pero si se aparta demasiado dejará de ser freudiano y lo excomulgarán de la Orden freudiana.

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La búsqueda real de la verdad siempre demandará la ruptura con cualquier institución que pretenda transmitir alguna verdad, porque la existencia de esa institución depende de que la verdad que transmite y que es su razón de ser, sea verdad.

Quien pretenda llegar a la raíz de la verdad deberá romper todo compromiso con grupos e instituciones que sostengan las suyas, porque se convertirá en un gran peligro para la existencia de los mismos. Pero no se puede comenzar a buscar una verdad desde cero, salvo que se inaugure un nuevo campo del saber. Buscar la verdad implica luchar contra la mentira, que es su opuesto. Por ello la verdad y el saber son cosas distintas, aunque un saber deberá ser puesto a prueba para descubrir si es verdadero.

El Ermitaño busca la experiencia de primera mano, el Papa no siempre ha experimentado lo que transmite como enseñanza. Al Ermitaño muchas veces se lo representa en la cumbre de unas montañas heladas, porque sólo desde las alturas es posible tener una visión suficientemente amplia de todo.