Me está fascinando Kipper

Kipper

Debo reconocer que Kipper me fascina. Cualquiera puede leerlo sin necesidad de un extenso curso previo. Es más, el mazo de cartas se vende sin manual o, como mucho, con un folleto que describe el significado adivinatorio básico de la carta, significado que podemos descubrir con sólo mirarla. Muchos lectores creen que el tarot es lo máximo, que no hay nada más allá de éste, que grandes sabios de la antigüedad inscribieron su saber en estos cartones de manera que sólo los grandes iniciados pudieran descubrirlos. No, no hay nada de ello, era un mazo para un juego de mesa. Y la historia del nacimiento del oráculo Kipper nos alerta sobre lo que se encuentra tras un oráculo. Susanne Kipper era una reconocida tarotista y lectora del Lenormand en Berlin, pero en 1870 debió mudarse junto a su familia al Sur de Alemania en la región bávara en la época de la guerra franco-alemana, y los pobladores de estas tierras no aceptaban nada que pudiera tener relación con los franceses, así que no tuvo más remedio que crearse su propio mazo de cartas con motivos bávaros. No era una sabia ocultista, era sólo una mujer que conocía la tradición romaní de lectura de cartas, y con estos significados y algunas ideas del Lenormand, se inventó este mazo. Un mazo muy sencillo de 36 cartas como el Lenormand, pero que resulta tremendamente claro a la hora de responder preguntas sobre la vida cotidiana de las personas. Como pueden ver, lo “invisible” puede emplear cualquier medio para comunicarse con nosotros, el saber no está en las cartas, está en aquello que habla a través de los distintos lenguajes simbólicos. Por esa época en Italia también se creaban las Sibillas, que consistían en mazos donde se ilustraba la baraja de póker con los significados adivinatorios empleados por los gitanos. Tanto las Sibillas como Kipper, que es una Sibilla también, se crearon para que lo “invisible” pudiera comunicarse con el lector sobre cosas muy mundanas de la vida de las personas. Pero su sencillez, no implicaba que se encontraran por debajo de un tarot, ya que responden como éstos y, para ciertas cosas pueden ser hasta más claros.

¿Qué les sorprendió a mis lectores que no conocían el Kipper? Que fuera tan sencillo y poderoso, y que para leerlo no se necesitara más que un poco de entendimiento al ver las cartas y captar cómo se comunicaban entre ellas para darnos un mensaje. Cualquier persona puede leer Kipper o una Sibila sin otra ayuda que el mazo mismo. Por ello prácticamente no se han escrito libros sobre estos oráculos, a pesar de su uso extensivo, porque no había mucho más para agregar al contenido de sus ilustraciones. 

Kipper Fin de Siglo de Ciro Marchetti

Veamos un ejemplo. Una chica se encuentra en una relación con un chico, pero viven en lugares distintos del mismo país. Desean probar una convivencia, y no saben si será más conveniente que él se vaya a vivir con ella o ella con él. Tampoco es que se encuentren a mucha distancia, pero es una decisión que afectará el trabajo de ambos. La tirada que empleo es la clásica de la toma de decisiones, la primera carta es el significador de la pregunta que permito que la elija el mazo. En este caso es la carta N.º 10, el Viaje. La fila de arriba representa la opción en la que ella se va a vivir con él, y la de abajo muestra la opción donde él se va a vivir con ella.

A golpe de vista la opción inferior no parece nada buena, pues comienza con la carta que representa la Pobreza. Matar esa Pobreza demandará un esfuerzo casi militar que llevaría demasiado tiempo y, posiblemente la relación no sobreviviera al proceso. Él debe encontrarse en mejor situación económica, por lo que la mudanza a donde vive la chica alteraría gravemente su capacidad para generar dinero. En cambio, la opción superior se ve mucho más positiva. Les permitiría estar juntos, pero les obligaría a tener que tomar ciertas decisiones de gran calibre, posiblemente porque quien se vería con problemas para continuar generando dinero sería ella. Ella deberá tomar decisiones claves para garantizar la convivencia.

Ninguna de las opciones se ve completamente buena, y resulta entendible que así sea, sin embargo, la de arriba se ve considerablemente mejor que la de abajo. Para llegar a esta conclusión no se necesita de un curso intensivo, ya que cualquiera con un mínimo de intuición y sentido común podría alcanzarla.

Debo reconocer que Ciro Marchetti se lució con su versión de este mazo.