EL MISTERIO QUE SE ESCONDE TRAS LAS ARTES ADIVINATORIAS ORACULARES

La cartomancia se enfrenta a varias preguntas, la primera es la de cómo funciona, la segunda quién o qué responde a nuestras preguntas, la tercera qué mueve a las cartas. Sólo dos cosas conocemos acerca de la cartomancia: que responde a nuestras preguntas y, que parece que una fuerza física de algún tipo opera durante el proceso. Digo que “parece”, porque a veces no lo parece tanto. 

Veamos, formulo una pregunta, barajo las cartas, y a veces siento que una fuerza de algún tipo interviene en el movimiento o acomodación de las cartas, al punto que algunas saltan con cierta violencia, a veces muy lejos. A veces parece que perdemos el control sobre el mazo, como si estuviera animado por una energía física que lo mueve. Evidentemente, con oráculos donde se lanzan unos huesos o runas sobre una superficie, estos elementos deben acomodarse a la respuesta que ofrecen, por lo que algo debe manipularlos para que se acomoden a la respuesta. 

Pero existe otro ejemplo donde esa fuerza parece actuar. No hace mucho, pedí una señal sobre un asunto a resolver, me fui al dormitorio a dormir porque era de noche y de repente escucho tremendo ruido porque una pila de libros se había caído al piso en la planta baja y, al bajar, uno de ellos contenía la respuesta. No es la primera vez que un libro al caer responde una pregunta, pero a diferencia de las cartas, esos libros se encontraban en una posición estable y algo los impulsó a caer. 

Que las cartas se acomoden para dar una respuesta mientras las manipulamos puede ser entendido, pero que algo mueva un libro para hacerlo caer es otra cosa. 

Supongamos que aceptamos la existencia de una fuerza física que interviene en la operación de los oráculos, nos encontraríamos frente a una energía de algún tipo, como la de la gravedad o el magnetismo, sin embargo, muchas veces empleo programas de adivinación con generadores de números aleatorios. Aquí cambiamos de nivel, podemos concebir una fuerza que mueva objetos físicos, pero que influya sobre componentes electrónicos es otra cosa. 

Digamos que aquello que se expresa a través de los oráculos puede hacerlo a través de distintas formas, a veces a través de un claro impulso físico que puede alterar nuestro entorno, como empujar a un libro que se encuentra en una posición estable a caer, pero cuando barajamos las cartas, también sentimos a veces que algo las anima haciéndolas saltar con una fuerza considerable. 

Aquello que nos habla a través de los oráculos puede influir físicamente sobre nuestro entorno, a veces de forma notoria. 

Otro fenómeno interesante es el de la desaparición de un objeto para luego reaparecer, a veces en otro lugar. Hay quien piensa en duendes. Claro, no ocurre delante de nuestros ojos, un anillo que estoy mirando no va a desaparecer delante de mí vista, para ello debo dejarlo en algún lugar para que al ir a buscarlo encontrarme con que no está. Pero a veces, tiempo después, retorna. Astrológicamente, un significador de los objetos perdidos es la Luna. Cuando pierdan algo de esta manera, si consultan el tarot, verán que la carta de la Luna aparece muchas veces. 

Anoche volví a ver Matrix IV, me molestó la burla a la saga original con el gato del psicoanalista, pero en la trilogía original la aparición del gato como señal de que la Matrix se estaba acomodando me pareció una representación bastante acertada.


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