¿En qué consiste la realidad?

Existe una física y biología de lo material y otra de lo simbólico. Casi escribo “real” en lugar de lo “material”, pero “lo real” constituye la síntesis donde confluye lo material con lo simbólico. Sé que no me están entendiendo, pero una de las grandes preguntas de la filosofía es la de ¿en qué consiste la realidad? Claro, muchos piensan que la respuesta es sencilla: la realidad es lo material o constatable de alguna manera, se asocia con lo físico. La piedra en el zapato es real, tiene consistencia, podemos quitarla. Pero de alguna manera sospechamos que lo real trasciende lo material, pero cuesta entender cómo lo hace. Quienes gustan hablar de lo espiritual creen tener la respuesta, salvo porque no son capaces de definir en qué consiste lo espiritual. Quien trata de definir lo real se encuentra ante un problema de la misma índole que quien trata de definir lo espiritual. En el mundo humano ninguna de estas esferas de la realidad parece independiente, están unidas, pero ¿Cómo lo están? 

Accidentalmente, y ha sido verdaderamente accidental, el ejemplo de la piedra en el zapato contiene en germen la respuesta a nuestra pregunta. Si sólo hubiera dicho “la piedra” la confusión continuaría, pero “la piedra en el zapato” ya habla metafóricamente de algo más: una molestia causada por algo. Si de repente experimento la molestia de una piedra en el zapato, de seguro que algo en mi vida me está molestando como lo hace la piedra en el zapato.

¿Dónde lo material-físico se une con lo espiritual? En el símbolo. No hay una realidad material inerte, lo real para nosotros es la vida. Lacan decía que lo real es aquello que insiste. Ha dicho muchas tonteras en su vida, pero esto es verdad. Lo real te toca, insiste en que lo tomes en cuenta, pero por su relevancia simbólica en tu vida. 

Veamos lo siguiente, supongan que tienen 36 cartulinas gruesas de forma rectangular. Sólo son 36 cartoncitos que se comportaran como 36 cartoncitos. Pero hagamos algo, escribamos en cada uno el número y nombre de cada emblema Lenormand, podemos pintarlos, pero basta con escribir el nombre. Los cartoncitos ahora tendrán un comportamiento distinto, físicamente tendrán un comportamiento distinto, porque seguirán siendo cartoncitos, pero delante de un sujeto consciente que comprenda estos símbolos se comportarán en función de su símbolo, así nació la cartomancia, cuando alguien descubrió que las cartas con las que jugaba algún juego de mesa, a veces, parecía que le hablaban. 

Lo real emerge cuando lo material se convierte en símbolo y, su comportamiento, es una combinación de sus cualidades físicas unidas a las simbólicas. Lo espiritual, que tantas dificultades presenta para ser definido por sus defensores, no es otra cosa que el comportamiento simbólico de las cosas materiales de nuestra vida, incluyendo las formas de vida dentro de lo material constatable. Una persona es una persona y un organismo biológico. 

Pero aquí comienza a presentarse un problema o un misterio: un símbolo es símbolo para un sujeto consciente. No hay símbolo sin una conciencia que lo vea como tal. ¿Cuándo lo material se convirtió en símbolo? Evidentemente con el surgimiento de la vida. Esto podría querer decir dos cosas: la vida surgió en algún momento del tiempo y el espacio o, lo real siempre estuvo vivo, de ahí su comportamiento simbólico. 

Se dice que Freud descubrió el inconsciente. En realidad, la idea del inconsciente existió desde mucho antes que él. Algo descubrió, luego a partir de ese descubrimiento construyó una psicología del inconsciente con su aparato psíquico tripartito, etc. Las construcciones teóricas se basan en datos de la realidad constatables, pero pueden estar equivocadas. Freud debió tratar de enmarcar su descubrimiento dentro de las posibilidades de la ciencia de su época, no podía hacer otra cosa. ¿Pero qué fue lo que constató realmente? Que una persona, generalmente de forma inconsciente, expresaba en acto (lapsus, equívocos, etc.) un saber acerca de su problemática que desconocía saber. Descubrió algo más, estos actos a veces predecían acontecimientos futuros, pero no quiso aceptarlo porque la predicción del futuro escapaba a las posibilidades de la ciencia de su época y se burlarían de él. Sin embargo, un novio perdió el anillo de bodas antes de la boda y lo interpretó como que ese matrimonio iba a fracasar, cosa que ocurrió. ¿Dónde se encuentra el inconsciente responsable de estos comportamientos que expresan un saber que el sujeto no sabe que sabe? Debía encontrarse en su cerebro. ¿Dónde más podría estar? Lacan, nuevamente da un salto cualitativo aquí, con una presentación de índole metafísica en sus teorías dice que el inconsciente no está en el sujeto, se encuentra en el discurso. El discurso discurre y nosotros sólo somos marionetas del mismo ocupando un lugar simbólico. 

Pero quienes están leyendo este aburrido texto sabe de cartomancia y de las artes adivinatorias, sabe que todo lo que nos rodea habla, y aquello que nos habla lo hace a través de la cualidad simbólica de lo que nos rodea. Freud noto esto, pero no pudo aceptarlo públicamente, cuando algo se comportaba como símbolo le daba vuelta argumentando que el sujeto, guiado por su inconsciente, se colocaba frente a aquello que podía revelar lo que le estaba ocurriendo. Difícil imaginarnos un inconsciente ubicado en un cerebro que sea más inteligente que el propio sujeto. Porque, mientras menos inteligente sea una persona, mayores son las probabilidades de que su inconsciente tome el control y exprese una inteligencia y saber difícilmente adjudicables a esa persona. En síntesis, para el psicoanálisis un "síntoma" encierra un saber que debe ser liberado por quien lo sufre para alcanzar la curación. Por este motivo, desde esta perspectiva las terapias que no están dirigidas a liberar este saber estarían condenadas al fracaso. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que funcionan, pero el análisis del por qué funcionan quedará para otro momento.

El subtítulo de mi blog (que han tratado de plagiar hace algunos años) dice: “Descubriendo la gramática de lo invisible”. Lo invisible es una X completamente desconocida que se expresa a través de las cosas en función de sus cualidades simbólicas. Es el inconsciente de Freud, lo que habla a través de los distintos medios de adivinación. X es una incógnita, un misterio, pero sabemos cómo se comporta y podemos emplearlo para liberar su saber. Ese saber que no sabía que poseía y expresaba un paciente de Freud en acto, es lo que ocurre con las cartas, con esos cartoncitos donde escribimos el nombre de los emblemas del Lenormand. Bastó con escribir una palabra en un cartoncito para que X pudiera expresarse a través de éste. 

He escrito varios artículos tratando de desarrollar la idea de que el saber no se encuentra en las cartas, su constitución simbólica permitirá a X expresarse mejor o peor, pero el saber está en X. Por este motivo no tiene sentido buscar un Marsella original creyendo que posee un saber superior a uno moderno. Da exactamente lo mismo si el tarot de Marsella en uso fue creado dentro de 100 años o hace mil. X empleará lo que tenga a su disposición para comunicarse con nosotros. El saber no se encuentra en las cartas, ningún grupo de sabios encriptó en códigos secretos un saber en las cartas. (Pero no me hagan caso porque si no, los charlatanes que venden cursos donde revelan estos códigos secretos se quedarían sin fuente de sustento. ¿Qué sería de sus vidas si no plantearan debates tan sesudos como preguntar por qué en una versión del Marsella hay una rayita con forma de huevo y en otra no? Como si hubiera un motivo tras cada línea trazada en una carta diseñada para el juego y no para su lectura adivinatoria. Bueno, también podemos encontrar charlatanes que teatralizan una fascinación sobreactuada frente a la baraja de póker expresando la posibilidad de que represente al Universo y sus ciclos.) No hay un Marsella mejor que otro, salvo que sus ilustraciones posean una mayor riqueza simbólica y le permita a X expresarse mejor. Sin ningún lugar a dudas a X le será más fácil comunicarse a través de un tarot que con unas cartas de póker debido a su mayor riqueza simbólica. Por este motivo, no defiendo un mazo de cartas, porque no me interesa tanto exponer cómo funciona un tarot en particular o un oráculo, esta tarea queda para quienes se especializan en un sistema, mi objeto de indagación es X.

Pero veamos algo más, ¿quién soy yo? Yo soy yo, por supuesto, pero también soy símbolo para quien se encuentre frente a mí. Cada vez que alguien interactúe conmigo seré yo y seré el símbolo que represente para esa persona. Sé que pocos entenderán las implicaciones de lo que acabo de escribir, pero es la base sobre la que las terapias dialógicas interpretativas se basan. A la psicología que las alimenta se la llama psicología profunda por su anclaje en el inconsciente.

Puede que, muchas veces conversando con alguien, por momentos se comporten como si fueran otra persona, posiblemente diciendo o haciendo algo impulsivamente sin entender qué hacen. El sentido simbólico del acto luego se revela, pero muchas veces lo que se revela es que actuaron como otra persona. Transferencia y Contratransferencia, los principios epistemológicos de la terapia psicoanalítica. Veamos, estas hablando con alguien de cualquier cosa, de repente comienza a dolerte el hombro, puede dolerte porque te duele, pudiste estar mal durante un tiempo, pero no, no estabas mal, comenzó a dolerte el hombro mientras hablabas con esta persona. Le comunicas a tu interlocutor el dolor que experimentas y te confiesa que estaba pensando en alguien muy importante para él que había sufrido un accidente donde se dañó el hombro, comprendido el proceso y comunicada la asociación, el dolor se esfuma. ¿Qué había ocurrido? Un caso de Contratransferencia. Durante la conversación, por tu personalidad o algo que hayas dicho te convertiste en símbolo de la persona con la que te asoció tu interlocutor, al convertirte en símbolo ocurrió lo mismo que con los cartoncitos con un nombre en éstos, te comportaste según el símbolo en el que te convirtieron, de ahí el dolor en el hombro. Además de ser tú pasaste a ser la otra persona de forma simbólica para quien estaba frente a ti. Es más, un analista emplea este proceso para entender a quien ha colocado en él su paciente. De repente comienza a experimentar algo inusual y molesto, sabe que no le pertenece, habla de ello con su paciente tratando de descubrir qué está colocando en él y así profundizar en el conocimiento del conflicto intrapsíquico del paciente. Muchas veces frente a ciertas personas experimentamos sentimientos muy intensos y molestos, pueden ser de odio, de aburrimiento, etc. Creemos que nos pertenecen, que es lo que sentimos por esa persona, pero no, nos hemos convertido en símbolo o representación de otra persona en conflicto con quien tenemos enfrente y actuamos como esa persona. Freud empleaba este proceso para que una persona pudiera resolver sus conflictos con personas que ya no se encontraban en su vida trabajando con la proyección que le hacían y asumiendo terapéuticamente la proyección para completar la situación inconclusa de su paciente. La terapia de las constelaciones familiares se basa en esta premisa, el paciente constela su drama familiar en otras personas que se prestan para el ejercicio. Lo curioso del proceso, es que quienes adoptan la representación de otros a quienes ni conocen, terminan comportándose como ellos, sintiéndose como poseídos. 

Yo mismo una vez pensé, si me encuentro en un grupo evitando ser yo mismo, podría ocurrir que constele en los demás a personas de mi vida. Con esta premisa entré en un chat cualquiera observando o leyendo lo que otros escribían viendo si en el diálogo grupal se constelaba algo mío. De repente, prácticamente al entrar, alguien escribió: “no vayas por ahí Z”. Donde Z era mi nombre real. Se me puso la piel de gallina, porque lo sentí como si me hubiera hablado directamente a mí. Al poco de escribir ese mensaje, quien lo había escrito agrega “perdón, no sé por qué escribí ese nombre”, y escribió el nombre real de la persona a quien iba dirigido. Él nunca supo por qué cometió el error, de la misma manera que nosotros muchas veces no sabemos el motivo de algunos actos que se nos escapan como error del cuerpo. De cualquier manera, luego de la experiencia en el chat, experimenté una fuerte advertencia de que no debía seguir por ese camino. 

¿X será la raíz de lo real? ¿Cuándo lo material de nuestro entorno parece cobrar vida comportándose simbólicamente? Especialmente cuando la tensión interna se eleva mucho. Los fenómenos parapsicológicos se manifiestan cuando la tensión interna sobrepasa los límites tolerables para una persona. Porque siempre hay un sujeto atado a estos fenómenos. En esos momentos lo material deja de responder a las leyes físicas de la naturaleza y se comporta como símbolo de forma grosera, como si la vida interior del sujeto se escapara de su cuerpo y constelara el entorno físico en el que se encuentra. La misma magia tiene por base alcanzar estados emocionales de gran intensidad para forzar a lo material a comportarse según lo simbólico. Al menos, es lo que argumentan los magos, pero la historia no ha demostrado que hayan tenido éxito, salvo para liberar demonios que los habitan y luego comienzan a perseguirlos, teniendo que dedicar la vida que les queda a exorcizarlos. Supongo que muchos de ustedes conocerán la historia de Aleister Crowley liberando un montón de demonios que no logró controlar como esperaba. Porque en la vida de los magos ocurren, con frecuencia, fenómenos sobrenaturales, pero no necesariamente buenos, más accidentes de los que no logran reponerse jamás.

En fin, en el comportamiento simbólico se encuentra la llave para acceder a la realidad, a X. X parece ser un libro que podemos leer y sobre el que podemos escribir. Lo real parece consistir en el saber de la Humanidad desde su aparición. La realidad más que material parece consistir en un relato donde sólo somos un personaje más en una historia sin fin, podemos creernos protagonistas, pero en la mayoría de los casos sólo somos personajes secundarios, de esos que mueren antes de que termine la historia.

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