Mente Zen Mente de Principiante

Entre los consejos tontos que se brindan habitualmente a los estudiantes de cualquier arte adivinatorio está el de confiar en sus primeras impresiones o ideas al ver la tirada, la carta astrológica, las runas, etc. La noción que se esconde en esta recomendación puede consistir en que en las primeras impresiones no se encuentra el ego crítico que todo lo acomoda. La idea no estaría mal, si no fuera que tras las primeras impresiones se encuentra la simple reacción emocional ciega, que actúa en piloto automático y nos conduce a cometer errores.

Cuando tengo una tirada frente a mí, observo las ideas que me llegan, las que se corresponden con las ideas que cualquier otro en piloto automático obtendría, las descarto. Generalmente descarto todo aquello que los demás dirían, porque sé que esas ideas son simples reacciones emocionales. Un ajedrecista jamás confiaría en las primeras ideas que le llegan cuando debe mover pieza. Las primeras ideas son las que les llegan a todos, son las ideas del montón, simples reacciones emocionales fruto del prejuicio, que muchos califican como intuición.

Continúo mirando la tirada hasta que me llegan ideas nuevas que me sorprenden, en ese momento es cuando realmente comienzo a ver las cartas y éstas comienzan a hablarme. Sólo comienzo a prestarle atención a las ideas que me sorprenden luego de unos minutos, cuando siento que otros no verían lo mismo que yo. En el preciso momento en que soy sorprendido por una idea mi ego se apaga por unos instantes, es más, para que me llegue la idea el ego primero debe apagarse y ver con nuevos ojos las cartas. Es lo que Suzuki, el viejo maestro zen calificaba como “mente zen mente de principiante”.


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